
El hombre no es un ser solitario, necesita de los demás, es un ser social por naturaleza. El hombre es el animal más social de todos por estar dotado de lenguaje, y es también por naturaleza un animal político. La “polis” es la sociedad perfecta según Aristóteles, autosuficiente.
La “areté” política consiste en saber dotarnos de un orden político que permita entre lo ciudadanos un trato de igualdad. Aristóteles piensa que lo más importante no es la búsqueda de un régimen perfecto de gobierno, sino conseguir, con los menores gastos posibles, la seguridad y la estabilidad que permitan vivir bien y civilizadamente a los miembros de la “polis”. Aristóteles no se dedica a elogiar ninguna organización concreta de estado sino que trata de descubrir la estructura sociológica de los estados existentes.
Una constitución, por muy buena que sea, teóricamente, puede que no sea adecuada para un país por las circunstancias históricas que atraviesa. Esas circunstancias tienen que determinar el tipo de constitución más adecuada para ese país en ese momento concreto. Las tres posibles organizaciones de un estado son: la monarquía, la aristocracia, y la democracia. Cuando alguno de estos posibles sistemas de gobierno en lugar de preocuparse de la “areté” de los ciudadanos se preocupa de buscar su propio provecho, degenera en un gobierno vicioso; la monarquía se convierte en tiranía, la aristocracia en oligarquía y la democracia en demagogia.